domingo, 31 de julio de 2011

LAS 7 LEYES-KYBALION

1. El principio del mentalismo

“Todo es mente; el Universo es mental”

En éste, el primero de los siete principios herméticos, se afirma que “El Universo es mental”, y que la única realidad esencial de las cosas es mente, ya que el Universo en sí mismo es una creación mental, es decir, vivimos en la mente de Dios, quien mantiene el Cosmos a la manera del que sostiene un pensamiento por medio de la concentración mental.

“El Kybalion”, compendio de principios herméticos, nos muestra dos aforismos que ilustran nuestro saber:

1. “La mente infinita del todo es la matriz del cosmos.”

2. “El Todo crea en su mente infinita innumerables universos, los que existen durante aeones de tiempo, y así y todo, para él, la creación, desarrollo, decadencia y muerte de un millón de universos no significa más tiempo que el que se emplea en un abrir y cerrar de ojos.”

Es así como Dios, o el todo mente, crea la vida por medio de su pensamiento, tal como el hombre puede crear un Universo en su propia mente. El Gran Creador imagina la creación y la proyecta hacia el huevo cósmico, dando origen a la vida en sus infinitas manifestaciones. De este modo, el hermetista no se preocupa demasiado por estudiar la composición química de los elementos, sino que prefiere estudiar el principio mente, compuesto esencial de todo lo que existe. Animales, minerales, vegetales, hombres, Dioses, planetas, galaxias, universos, materia y energía, todo es mente; el Universo es mental. Es por esto que en todo el Cosmos imperan las mismas leyes, las de la mente.

La energía mente se manifiesta en una escala infinita de vibraciones, las cuales van desde lo denso a lo más sutil. La combinación de estas vibraciones, al igual que la mezcla de las notas musicales emitidas por un piano, produce los diferentes elementos o materiales del Universo, con características tan diferentes entre sí, pero cuya naturaleza intrínseca está formada por mente.

Es por eso que los antiguos alquimistas creían en la transmutación del plomo o de cualquier metal, en oro, ya que el compuesto íntimo de todos los metales es exactamente el mismo: mente.

En lo personal, nuestro cuerpo físico es mente, nuestro huesos, nuestra sangre, nuestro sistema nervioso, nuestra inteligencia, nuestro espíritu, nuestro pensamiento: todo es mente.

El todo mente (Dios), es infinito, eterno, inmutable e incognoscible. El todo mente no es energía ni materia, es algo superior a esto: es una mente viviente e infinita, a la cual se le puede también llamar, Espíritu, o esencia real.

El todo mente ha existido siempre y existirá siempre; es lo absoluto que está más allá de toda comprensión.

Todo aquello que es finito, mudable y transformable, no puede ser el todo. Y como nada existe fuera de él, en realidad, todo lo finito debe ser nada realmente. El Kybalion nos plantea las siguientes interrogantes herméticas: ¿Qué es el Universo? Si nada puede existir fuera del todo; entonces, ¿el universo es el todo. No, no puede serlo porque el Universo parece estar hecho de múltiples unidades y está en continuo cambio. Entonces, si el Universo no es del todo, debe ser nada. Sin embargo, nosotros somos sensibles y sentimos la existencia del Universo. Y si el Universo es algo y no es el todo, ¿qué puede ser? Sencillamente, como ya lo hemos dicho, es una creación mental del todo.

Éste es el origen del tan conocido principio hindú del “Maya”. Ellos, (los hindúes) dicen que “Todo es Maya”, es decir, traduciéndolo a palabras occidentales, Todo es ilusión. Ciertamente, un pensamiento nuestro es ilusión. Si hemos creado imaginativamente un personaje como un viejito de barba blanca, corta estatura, ojos verdes, y un bastón de ramas de mi árbol, este personaje es fantasioso e ilusorio desde nuestro punto de vista material, pero absolutamente tangible, concreto y real para los materiales, elementos o personajes de nuestro sueño imaginativo. Un fantasma es un fantasma para el hombre físico, pero es un ser material para otro fantasma. Atravesará puertas de madera pero no “puertas para fantasmas”, hechas de “madera fantasma”.

Un automóvil fabricado de pensamientos (imaginario), no puede chocar con un vehículo material, pero sí con otro coche imaginario, ya que está en la, misma vibración o en la misma densidad de su “materia”.

Debemos entender que como sapiens, criaturas de carne y hueso, estamos ubicados en un nivel vibratorio específico, es decir, ocupamos un lugar en la ordenación del Universo. Es preciso reflexionar que para nosotros es materia solamente aquella energía de características vibratorias semejantes o idénticas a la nuestra, y que energía será el polo opuesto. Por el contrario, para un hombre cuyo cuerpo estuviera formado de energía en un diferente estado vibratorio, la “materia” sería para él la energía similar a la que compone su cuerpo.

No existe, por lo tanto, materia ni energía; sólo la energía única, material o esencia primordial que lo compone todo.

Si pudiéramos salir de nuestra clasificación, escaparnos de este Universo y unirnos al todo mente, participando de su naturaleza, el Universo se desintegraría instantáneamente (sólo para nosotros), debido a que habríamos cambiado la situación o posición del observador.

No es difícil entender que si desde el punto de vista de lo absoluto, “todo es ilusión”, desde nuestra mortal situación, “nada es ilusión”, ya que todo lo que ocurre nos afecta de alguna manera y podemos percibirlo y sentirlo. Ahora bien, como sapiens, hemos sido hechos a semejanza de Dios y tenemos dentro de nosotros la chispa divina. Si lo corporal es en nosotros lo finito, relativo y mudable, la chispa divina o esencia espiritual, es lo absoluto. Esta reflexión nos lleva a un trascendental descubrimiento: el sapiens es el único ser del universo que participa tanto de la naturaleza del pensador (Dios = chispa divina), como de la estructura de lo imaginado, por el pensador (mundo material = cuerpo físico).

A través de la comprensión de este principio es posible vislumbrar el motivo por el cual el hombre fue creado: es el instrumento utilizado por Dios para que cree con su pensamiento los materiales del Universo. El supremo creador utiliza el cerebro del hombre para crear la vida. En este proceso de creación podemos distinguir dos etapas:

El hombre, Dios de su propio Universo.

El hombre, órgano de creación de la vida (¿lo sexual de Dios?).

En la primera etapa, el sapiens imagina todo un Universo con su pensamiento, proceso de asombrosa similitud a la creación efectuada por la divinidad. Cabe preguntarse si en este Universo imaginado por el sapiens, no existen también, planetas, galaxias, vegetales, minerales, y aun el hombre, en otra escala dimensional. En realidad, lo infinitamente grande se confunde con lo infinitamente pequeño.

No podemos decir cuando algo será tan pequeño como para desaparecer o tan grande como para desintegrarse. Creemos, efectivamente, que existe todo un Universo en el pensamiento de cada hombre, y que si para éste transcurre un segundo, para los seres que viven en su imaginación pueden haber pasado millones de años.

En la segunda etapa, la vida creada por el hombre en su propia imaginación, y que existió en su Universo mental, pasa de ese mundo al Universo de Dios, donde existe el propio hombre, es decir, su densidad material se iguala a la de su creador.

Es posible que lo mismo le ocurra al hombre, y que en un momento dado éste pase a otro Universo superior a éste que conocemos.

La comprensión de que todo es ilusión (“Todo es Maya”), puede desquiciar a quien no esté preparado para esta verdad, ya que en su interpretación vulgar nos llevaría a creer que como Todo es ilusión, no vale la pena hacer nada, ya que en última instancia, nada vale la pena porque “todo es nada”. No se debe cometer este error, el cual se originaría al ubicarse en el nivel de un observador que existiera fuera de este Universo.

La superación espiritual que promete el hermetismo, consiste en el desarrollo, fortalecimiento, crecimiento y evolución de la parte divina del sapiens; lo que se llama corrientemente Espíritu. Esta parte esencial se desarrolla a costa de lo onírico (lo ilusorio), y es así como el sapiens puede convertirse en un mutante, o sea, el sujeto cuyo centro de gravedad cambia de lo ilusorio a lo absoluto que existe en sí mismo (su propio espíritu el cual es una emanación de Dios).

Este cambio tan profundo, capacita al sujeto para ir comprendiendo la verdad de manera gradual y llegar finalmente al conocimiento de la verdad absoluta, la única que es inmutable, inmortal, y eterna, y que no sufre cambios por el paso del tiempo porque está más allá de él. En última instancia sólo es totalmente verídica la verdad absoluta, ya que la relativa se circunscribe solamente a observar un pequeño sector de lo absoluto. Es por este motivo que en el hermetismo, tal como lo proclama el Kybalion, se habla de Sabios, y Semisabios.

Estos últimos son los que se limitan a conocer el mundo ilusorio del Maya, es decir, lo imaginado por el gran creador, sin poder nunca remontarse a la fuente original de todo lo que existe. Son una especie de sabios del mundo de los fantasmas, o sea, lo onírico. El verdadero sabio hermetista se polariza en lo esencial de sí mismo, y al lograr que su espíritu se manifieste a través de su propio cerebro, se evade del mundo de la fantasía onírica para penetrar en el nivel del Gran Pensador, donde radica lo absoluto.

Esto explica por qué la personalidad, que es el medio de adaptarse a lo ilusorio para no percibir su calidad de tal, impide el desarrollo espiritual superior del individuo, al bloquear su contacto con la realidad. Por lo general, mientras más programada esté una persona, más difícil le resultará elevarse al mundo del conocimiento de lo absoluto.



2. El principio de correspondencia

“Como arriba es abajo; como abajo es arriba.

Este principio hermético se refiere a la similitud que, existe entre los diversos planos o clasificaciones vibratorias que existen en el ordenamiento del Universo. La gran escala de la vida va desde la materia al espíritu, existiendo en el medio una infinita escala vibratoria. Dentro de esta gama, las mismas leyes que actúan en lo denso, por ejemplo, obrarán también en lo espiritual o sutil.

Existe una correspondencia o similitud entre todos los fenómenos cósmicos, y el estudio de estas analogías permite llegar a lo desconocido partiendo de lo que ya se sabe. La astrología, por ejemplo, se basa en la premisa de que el hombre es un microcosmos, es decir, que tiene en su interior una réplica análoga al Universo, y que por medio de este esquema vital estamos unidos a los planetas de nuestro sistema solar e influenciados por ellos. La carta celeste del horóscopo pretende llegar al trazado de nuestra estructura vital interna por medio de la ley de correspondencia.

Los planetas manifestarán su influencia a través de las diferentes partes de nuestro cuerpo, con las cuales se corresponden. Sabemos, por ejemplo, que Aries corresponde a la cabeza y Piscis a los pies, existiendo una simpatía entre el signo zodiacal, el planeta que lo rige, y la zona del cuerpo sobre la cual domina. Un talismán es un objeto mediante el cual se pretende establecer una relación magnética entre el sujeto que se desea proteger y la fuerza cósmica correspondiente. El Cosmos influencia al hombre con sus energías, pero a la vez, es influenciado por éste.

Existe aquí un principio de retroalimentación, cuyas exactas proyecciones no podemos vislumbrar. Se dice que si una persona tira una piedra a un lago, este acto simple llegará algún día a influenciar los confines del Universo de alguna manera. Existe la unidad universal, en el sentido de que todo está unido a todo; no podemos separarnos de la gente ni de nuestro medio ambiente. Tú mismo, lector, estás unido por un hilo invisible a cada habitante de nuestro planeta y a todo ser que existe en el Cosmos.

Si odias a alguien, te estás destruyendo a ti mismo; si quieres vengarte de una persona, lo que pongas en movimiento caerá finalmente sobre ti. Recordemos los principios cristianos, que se basan en puro hermetismo: “No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti”, o “Amaos los unos a los otros”. Este principio de correspondencia se explica porque Todo es mente; el Universo es mental. La energía mente es un nexo común de todo lo que existe.

Tal como existen correspondencias externas (con lo externo), también las hay dentro de nuestro cuerpo, y también en relación al sexo opuesto. Obsérvese por ejemplo la similitud entre las amígdalas y los testículos o los ovarios, entre el espermatozoide y el bulbo raquídeo con el cerebro, o la relación entre este último y el sexo. En este caso, habitualmente la pérdida de sensibilidad en lo sexual deriva en una mayor sensibilidad intelectual, y viceversa. Esto se comprueba en la satiriasis, que generalmente lleva a un deterioro de la inteligencia. Con respecto a los sexos opuestos, podemos ver como el pene se corresponde con el clítoris, y el útero con la próstata.

La magia simpática es el arte de establecer correspondencias artificiales entre una persona y una figura de cera, un talismán, una planta o cualquier objeto. De este modo, las influencias recibidas por el muñeco de cera, derivarán finalmente hacia el sujeto que sirvió de modelo. Basándose en este mismo principio, un individuo puede entrar en correspondencia con un árbol o una planta, y traspasarle su propia enfermedad, con la mejoría equivalente.

La acupuntura nos muestra un caso del ventajoso empleo de las equivalencias corporales, donde el estímulo en el lóbulo de una oreja puede sanar una cefalalgia. A primera vista es muy difícil pensar que puede haber una relación entre lóbulo de la oreja y nuestra cabeza, pero la experiencia concreta prueba que la hay. Es posible por medio de las agujas que se utilizan en la acupuntura curar muchas enfermedades o provocar insensibilidad al dolor; todo esto por la correspondencia.

Es de máximo interés el estudio del aforismo hermético “Como es arriba es abajo; como es abajo es arriba”, ya que nos explica los lazos de influencia recíproca que existen entre un individuo y la naturaleza terrestre y celeste. El medio ambiente, al irradiar sus fuerzas sobre nosotros, provoca cambios en nuestro interior y en los acontecimientos que diariamente nos ocurren.

A la inversa, nuestra condición psicológica y nuestro estado mental se proyectan hacia la naturaleza, y como consecuencia de esto, se producen en nuestras vidas sucesos fastos o nefastos. Este aforismo hermético tiene una gran aplicación práctica que se desvelará sólo al estudiante acucioso. Por nuestra parte sólo daremos algunos ejemplos:

Una persona mantiene su habitación en desorden y totalmente, desaseada. Este hecho material, de naturaleza física, repercute de inmediato en lo psicológico del sujeto, quien se convierte, intelectual y emocionalmente en una réplica de la situación física que mantiene. Su psiquis será el retrato de su habitación, y viceversa.

Esta misma persona del ejemplo anterior se dedica un día a efectuar un escrupuloso aseo y ordenamiento de su pieza. Como consecuencia de esto, realiza también una cuidadosa limpieza de su psiquis, sintiéndose especialmente alegre, “liviano”, y confortable.

Un sujeto amargado y negativo se encuentra habitualmente con gente que lo rechaza instintivamente, y que sin darse cuenta cómo, pueden llegar a odiarlo.

Una mujer se cree fea y se siente poco atractiva. Aun cuando sea en verdad “fascinante”, su estado mental rechazará al sexo opuesto.

No creemos necesario explicar mayormente estos casos. Dentro del tema que estamos tratando, y por la importancia enorme que reviste, consideraremos en forma especial lo que se refiere a la relación establecida entre los actos jurídicos que obligan al sujeto y la dependencia y falta de libertad que sobreviene en el plano de la energía. Vamos a suponer, para ilustrar esto, que una mujer no se lleva bien con su marido, y se separa de hecho, pero sin divorciarse.

Por este hecho ella seguirá unida firmemente a su esposo, y si él es un sujeto negativo que le desea cosas malas, esta dama no podrá aislarse de estas fuerzas; las recibirá y seguramente la perjudicarán, aun cuando esté diez años viviendo separada de su ex compañero. ¿Cuál es la razón de esto? La causa reside en nuestro aforismo “como es arriba es abajo; como es abajo es arriba”, ya que por existir un contrato jurídico entre ambos cónyuges, ellos están, en verdad, indisolublemente ligados, por lo menos mientras el contrato tenga vigencia legal.

La ley de los hombres proyecta su influencia hasta el mundo de la energía, llamémoslo “plano astral”, “plano mental”, o “cuarta dimensión”, para designar un lugar de vibraciones muchísimo más sutiles que las materiales. Lo mismo que en el caso anterior ocurre con personas naturales que se unan a través de un contrato para formar una persona jurídica, lo cual ocurre en el caso de una sociedad comercial, por ejemplo.

Mientras la escritura de constitución de la sociedad esté vigente, los socios permanecerán unidos, y cada uno de ellos afectará la vida de los demás, de una manera positiva o negativa, y a la vez, recibirá también de ellos una fuerza que determinará sucesos importantes en su vida. De ahí el peligro de unir nuestras vidas con personas afectadas por un karma muy pesado o negativo, el cual, en caso de una ligazón jurídica, caerá indefectiblemente sobre nosotros.

A través de este principio de correspondencia es posible entender la crueldad inmensa que significa el condenar a un delincuente a cadena perpetua, ya que por haberlo dictado así la ley del sapiens, este sujeto continuará prisionero indefinida o permanentemente, aún después de su fallecimiento. Cadena perpetua significa, en el fondo, cárcel después de la muerte.

Para que no reine la desesperación en quienes están en este trance y lean este libro, quiero aconsejarles que practiquen una especie de defensa mental para liberarse junto con la muerte. Este “sortilegio”, por llamarlo así, consiste en repetir todos los días la siguiente oración: “me libero de la ley de los hombres y me entrego a la justicia divina”.

Es preciso advertir que para que ésta fórmula surta efecto y el sujeto se libere realmente, es preciso sentir profundamente lo que se está diciendo, ya que si se repite mecánicamente, con seguridad fracasará. Es diferente el caso cuando se condena al reo a la pena capital, ya que en este trance, la muerte lo libera.

Debemos también señalar la importancia enorme que tiene para la especie sapiens, los descubrimientos u observaciones astronómicas, ya que si un sujeto cualquiera descubre una nueva estrella con su telescopio, y ésta emite energías sutiles de carácter destructivo (todos los cuerpos emiten energía, a la cual podemos denominar “energía masa”) estas fuerzas llegarán hasta nuestro planeta en forma intensa, ya que se ha creado una vía mental para ello.

Los templos del antiguo Egipto estaban construidos de manera que si en ciertas épocas del año una persona miraba hacia el cielo desde una abertura o ubicación previamente establecida, veía una estrella, conocida por los constructores, con lo cual se pretendía establecer un contacto mental para que el observador recibiera la influencia positiva de aquel astro.

Es preciso advertir que esta enseñanza sobre las siete llaves herméticas es de carácter básico, para que el estudiante descubra todo lo que permanece oculto, o se dice entre líneas.

Quiero terminar este comentario sobre el principio de correspondencia honrando el recuerdo de los extraordinarios egipcios, quienes poseyeron conocimientos herméticos extraordinarios antes de llegar a su decadencia. El vulgo siempre ha comentado, al igual que los arqueólogos ignorantes, que en Egipto la gente era tan ignorante que adoraba Dioses animales, lo cual se considera el colmo de la decadencia moral. Por nuestra parte; debemos decir que esto era la manifestación de la sabiduría hermética antigua. Me explico: los egipcios tenían Dioses animales no para adorarlos, sino para que fueran adorados por los animales comunes y corrientes (los no instituidos Dioses).

El objeto de crear Dioses animales era el de mantener la pureza y elevación de la raza humana, al impedir por meDios “mágicos” que los animales penetraran en la escala humana, encarnando como sapiens. En el capítulo “La ilusión del conocimiento verdadero” hemos hablado sobre la corporización de la energía conciencia, lo cual viene al caso en este tema, para explicar que los animales al recibir la irradiación de la conciencia del hombre asimilan en parte la energía de la chispa divina, fuego mágico que los capacita para entrar por primera vez a la escala humana al morir como animales. Se comprende que esto ocurre de preferencia con animales domesticados o que por alguna razón especial tienen un contacto sostenido con el hombre. Un perro de circo, por ejemplo, ya está muy cerca de la vibración humana.

No puedo dejar menos de hacer una pausa al imaginar la sonrisa burlona de quienes creerán, con toda seguridad, en la debilidad mental de quien escribe. Creo que los comprendo perfectamente, ya que si por mi parte no hubiera tenido la oportunidad de comprobar hasta la saciedad la veracidad absoluta de la ciencia hermética, si fuera un neófito en la materia y estuviera leyendo este libro, pensaría lo mismo que ellos.

Por el contrario, si los lectores incrédulos pudieran cambiarse con mi persona por algunos minutos por medio de una transmigración mágica, me darían completamente la razón. El problema reside en que es preciso vivir la experiencia hermética para que ésta confirme lo que ya se había logrado aprehender por medio del instrumento intelectual. Me siento también obligado a señalar que en el hermetismo no se cree ni se deja de creer; simplemente, se comprende o no se comprende.

Prosiguiendo con la explicación de los Dioses animales, debemos decir que cuando un animal encarna por primera vez como ser humano, será un sujeto de bajísimo nivel, con instintos animales muy fuertes, y que seguramente hará un grave daño a la sociedad, ya sea por convertirse en un delincuente o al pervertirse moralmente por carecer de los frenos adecuados para controlar los instintos.

Este sujeto-animal, tiene que elevarse muy gradualmente de nivel a lo largo de muchas reencarnaciones. Se comprende que si muchos animales se convierten en ejemplares de sapiens, la humanidad se enfrentaría a una grave crisis, y eso es lo que ocurre precisamente en este momento.

Por medio de la magia ritual los sacerdotes egipcios sacrificaban un perro, por ejemplo, y lo momificaban enterrándolo en un lugar secreto. Este perro recibía un nombre y era ungido en el momento de su muerte como “Dios de los perros”. Este animal se convertiría así en el guardián oculto que impediría el ingreso de perros a la escala humana, para lo cual había sido especialmente preparado. Nos reservamos la explicación completa y profunda de esta operación mágica, la cual sólo serviría para satisfacer la curiosidad del vulgo.

Solamente falta agregar que de ninguna manera un hombre puede reencarnar como animal, y que no todas las personas reencarnan, pero esto es tema aparte.

3. El principio de vibración

“Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.”

Esta ley nos indica que todo en el Universo está en vibración y que nada permanece inmóvil. La materia, la energía, el espíritu, son solamente el resultado de estados vibratorios diferentes.

El espíritu representa el extremo polar de las vibraciones más rápidas, cuya frecuencia es tan elevada que parece estar en reposo absoluto. El otro polo lo forma la materia extremadamente densa. Dice el hermetismo que entre ambos polos hay millones y millones de diferentes intensidades y modos de vibración. Sabemos que las moléculas que componen la materia están en constante vibración, y que a su vez, los átomos que las forman, también están en constante movimiento y vibración. A su vez, los electrones y protones también están vibrando rapidísimamente.

Sin temor a equivocamos podemos afirmar que no hay nada en el Universo que no sea “materia mental vibrando en diferentes frecuencias”. La luz, el calor, el magnetismo, la electricidad, son solamente diferentes modalidades vibratorias. Aquel plano misterioso conocido con el nombre de “cuarta dimensión”, es solamente un estado vibratorio de alta frecuencia. Si una persona pudiera hacer vibrar su cuerpo físico a una muy elevada frecuencia por segundo, llamémosla frecuencia X, penetraría físicamente en el mundo de la cuarta dimensión.

Sin embargo, no es aquella remota posibilidad lo que debe interesarnos, sino lo que se refiere al control de las propias vibraciones. En efecto, nuestros pensamientos, emociones, deseos, o impulsos, son solamente estados vibratorios. Nuestro cuerpo físico es un conjunto de sistemas que vibran a una misma frecuencia, y la salud es solamente la armonía vibratoria del cuerpo. Enfermedad es desarmonía, y la muerte es la rotura de la cohesión vibratoria de los sistemas biológicos.

En el terreno de nuestra vida personal todo gira en torno a la vibración; si estamos alegres es por una vibración positiva, la tristeza es una vibración negativa. Nuestro pensamiento nos hará ser más o menos inteligentes de acuerdo a nuestra vibración mental. Cada persona tiene un largo de onda mental que le es propio, de acuerdo a la frecuencia vibratoria de su inteligencia; mientras más corta es la onda mental, más inteligente será el sujeto, y viceversa.

La dificultad para comunicarse que tienen las personas, proviene de sus diferentes largos de onda mental, las cuales, al no coincidir en sus frecuencias vibratorias, impiden la mutua comprensión. Si queremos comunicarnos con un individuo, y que nos entienda realmente, debemos esforzarnos por adaptar nuestra onda mental a su estado vibratorio, a fin de establecer una perfecta afinidad.

Esto explica las diferencias sorpresivas que se producen entre dos personas que normalmente se entienden bien; una de ellas ha variado notablemente su largo de onda mental, ya sea alargándola o acortándola, dejando al otro “fuera de frecuencia”, tal como si pretendiéramos sintonizar una emisora determinada en una frecuencia que no le corresponde.

Existen diversos motivos por los cuales se producen caídas vibratorias en la gente. Problemas de salud, estados depresivos, inercia, conflictos internos y abulia intelectual, son algunas de las principales causas. En cuanto a los sujetos que tienen permanentemente una onda muy larga (de baja frecuencia), esto se debe a la falta de preparación intelectual del individuo.

También influye de manera muy poderosa en las vibraciones de la gente, el medio ambiente, ya que vivimos en un océano de vibraciones, las cuales nos impactan constantemente, despertando en nosotros fuerzas de calidad similar. El espacio cósmico y terrestre que nos rodea, está saturado de vibraciones, y ellas influyen de manera determinante en las personas.

En los habitantes de una ciudad, por ejemplo, se puede apreciar, al observarlos, un ambiente vibratorio positivo o negativo, y lo mismo ocurre al visitar el hogar de alguna familia, donde sentiremos de inmediato una irradiación cálida y positiva, o bien, una fuerza que nos repele. Lo que ocurre en nuestras habitaciones, es que la irradiación vibratoria de las personas que allí viven, penetra en la construcción material, impregnándola con energías positivas o negativas, las cuales son captadas fácilmente por los visitantes. Es por eso que hay lugares que al visitarlos despiertan en nosotros una tristeza intolerable, que llega en algunos casos hasta una profunda depresión con tendencia al suicidio.

Estamos, simplemente, recibiendo los estados anímicos de quienes vivieron o trabajaron en ese lugar. Los hábitos de conducta, los estados emocionales, los pensamientos habituales, y las normas morales y espirituales del individuo, determinan la bondad o inconveniencia de sus estados vibratorios, lo que a su vez influye de manera decisiva en su vida cotidiana. Las familias y grupos de humanos en general, se constituyen en vórtices de energía, los cuales dejan sentir su poder en quienes entran en contacto con ellos.

Las vibraciones se van acumulando en el individuo, es decir, éste va haciendo acopio de buena o mala vibración, y hay momentos en los que el sujeto es una verdadera bomba de tiempo por la fuerza en estado latente que tiene en sí mismo, destructiva o creadora, la cual, con el influjo de un detonante adecuado, se descargará violentamente, produciendo acontecimientos favorables o negativos.

Esta fuerza tiene la particularidad de afectar intensamente a las personas que entran en contacto con el sujeto que vibra de manera intensificada, pudiendo resultar éstas, contagiadas con lo que el “emisor” siente. Tal caso ocurre cuando alguien nos cuenta sus penas, por ejemplo, y el afectado, después de esto, queda en excelente estado de ánimo, y nosotros, en profunda condición depresiva. Tal vez, uno de los profesionales más afectados por este fenómeno, sea el psiquiatra, quien se contagia con las lacras mentales de sus pacientes, y ellas empiezan a perjudicarlo a él.

Aquellos sitios donde se da rienda suelta a las pasiones inferiores, tales como bares o casas de prostitución, son centros de vibraciones inferiores y negativas que perjudican notablemente a los, parroquianos. Todo hombre que quiera tener éxito en sus empresas personales o que desee aumentar su capacidad de realizar cosas, ya sea en el terreno espiritual o material debe, por medio de la autodisciplina, elevar sus vibraciones para no ser afectado por aquello que se denomina “mala suerte” o desgracia.

Es preciso, practicar una rígida higiene mental, a fin de no ser afectado por lo negativo del ambiente en el cual nos desenvolvemos. Existen fuerzas tan poderosamente negativas que pueden matar a una persona, ya que su tono o nota básica, es destructiva o desintegradora. Sabemos que existen sonidos (vibraciones) que pueden destruir la cohesión de la materia (infrasonidos), o bien, que pueden producir un efecto curativo medicinal (ultrasonidos). Conocido es el poder del rayo laser (vibración), cuya luz puede perforar el material más duro.

El sapiens busca de manera inconsciente un remedio para sus desarmonías vibratorias, y recurre para esto a la buena música, la cual restablece el equilibrio interno. Sin embargo, existen ritmos musicales de tal disonancia que crean estados negativos dentro de las personas. El sonido de ciertos instrumentos posee cadencias de tal índole, que provoca bajo ciertas condiciones, estados de profunda tristeza, como es el caso de la quena, especie de flauta indígena. Conocemos también el pernicioso efecto de los ruidos que sobrepasan ciertos decibeles de potencia, y que provocan una considerable fatiga nerviosa que repercute en la pérdida de la eficiencia humana, tanto en lo manual como en lo intelectual.

La vibración de la palabra humana tiene también poderosos efectos bienhechores o perniciosos en quienes la escuchan. Hay personas de gran simpatía personal, pero cuya voz, sin tener un tono desagradable, resulta repelente. Esto depende del resultado del choque de las oscilaciones sonoras. Si aquellas que recibimos son armónicas a las nuestras, sentiremos simpatía y agrado, y viceversa. La gente no se da cuenta en qué medida se le acoge bien o mal de acuerdo a las vibraciones que se emiten.

Es simple comprobar la influencia de las energías oscilantes del individuo. Existe un experimento muy simple para esto y que consiste en tener dos grupos de pequeñas plantas de interior, las cuales se deben separar en dos facciones. A una de ellas es preciso hablarle todos los días, tal como si fueran seres racionales, expresándoles por medio de las palabras, pensamientos de amor, amistad y fortaleza. El otro grupo se deja abandonado a su propia suerte. Con el correr de los días se verá cómo las plantitas regalonas se ponen mucho más hermosas y crecen más rápidamente, aunque tengan exactamente la misma tierra, luz, y riego que las otras.

Otra experiencia muy simple consiste en comprobar nuestro poder de inducción vibratorio sobre la gente. Para esto, es necesario dirigirse a alguien que nos tenga notoria antipatía.

Venciendo el rechazo que esta persona nos provoque, nos esforzaremos en sentir por ella una profunda simpatía y cordialidad, y después de poco, veremos cómo cambia radicalmente y pasa a tener una gran amistad por nosotros. Muchas veces, somos nosotros mismos quienes provocamos rechazo en la gente por nuestra hostilidad hacia ellas.

A través del principio de vibración es posible comprender que las maldiciones existen efectivamente, pero no tienen nada de sobrenatural; son solamente la condensación y proyección de vibraciones fuertemente destructivas. Con las bendiciones ocurre el mismo fenómeno, pero como se comprenderá, a la inversa.

Cuando una pareja de amantes se dice palabras de amor, el goce que experimentan no se debe solamente al conocimiento de que son amados, sino a la influencia vibratoria de la palabra.

Reflexionando un poco en esto, es posible concebir la existencia de palabras mágicas, que son solamente la combinación de letras que producirán fenómenos oscilatorios. El tradicional grito del karate, por ejemplo, estaba originariamente concebido con el fin de paralizar efectivamente al adversario, para lo cual tenía que ser emitido en tono y frecuencia determinada, ya que de lo contrario no producía ningún efecto.

El estudiante atento que medite sobre el principio de vibración, podrá llegar a comprender cosas de la más grande importancia; el que no tiene ojos para ver ni oídos para escuchar, permanecerá en la antesala del misterio.




4. El principio de polaridad

“Todo es doble; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las paradojas pueden reconciliarse.”

Este principio encierra la enseñanza de que la unidad no existe en el Universo, ya que todo es dual; todo tiene dos caras o polos opuestos. Los más profundos secretos de la vida se ocultan detrás de este simple hecho, ya que es la polaridad la que mantiene el ritmo de la vida; si no hubiera polos opuestos, la vida no sería posible.

El punto básico que hay que comprender al estudiar la polaridad es el hecho de que los opuestos siempre se presentan en el mismo elemento; jamás puede aplicarse esta ley a elementos diferentes. La temperatura, por ejemplo, tiene dos extremos: frío y calor, pero no puede hablarse del polo positivo de la temperatura para relacionarlo con el negativo de la electricidad. El principio de polaridad funciona a lo largo de una escala vibratoria de grados, en los cuales se manifiesta una fuerza, graduación que va de lo positivo a lo negativo.

Es así como luz y oscuridad representan dos extremos de la misma cosa; en un caso hay presencia de luz, y en el otro, ausencia. Amor y odio son polos opuestos de la misma cosa, es decir, de los sentimientos humanos de atracción o rechazo. El espíritu y la materia son la misma cosa, pero manifestada en vibraciones opuestas. Lo mismo ocurre con la vida y la muerte y el bien y el mal.

Sin embargo, es preciso observar que en estos términos no existe lo absoluto, ya que nadie puede decir cuál es el frío o el calor absoluto, por ejemplo. Simplemente hablamos de mayor o menor cantidad de algo en un momento dado. Así, sin errar, podríamos decir que “amor es menos odio que no-amor”. Y el miedo, menos valor que el “valor puro”. Los dos polos pueden clasificarse siempre como positivo y negativo, y su diferencia es mera cuestión de grados.

Es por eso que el hermetismo sostiene la factibilidad de la transmutación mental, es decir, de transformar algo en su opuesto. Odio puede transmutarse en amor, pobreza en riqueza, cobardía en valor e ignorancia en sabiduría, por medio del deslizamiento a lo largo de la escala de la polaridad. Siempre existe un extremo positivo y otro negativo, siendo el polo positivo de naturaleza superior al negativo. El valor es positivo con respecto al miedo; la luz con respecto a la oscuridad, el amor con respecto al odio.

El hermetista, actuando como un verdadero científico de la mente, puede elevar sus vibraciones internas a voluntad y transmutar lo negativo en positivo.

Es así, como según El Kybalion, “lo no deseable se mata cambiando su polaridad”. La enfermedad puede transmutarse en salud al cambiar su polaridad por medio del poder de la mente, la cual se polariza en el extremo opuesto al que se desea suprimir. Lógicamente, sólo pueden transmutarse los opuestos de una misma cosa, ya que no sería posible transmutar, de ningún modo, una pera en un durazno; en cambio, puede transformarse una pera verde en una pera madura.

Existe en Ocultismo un símbolo muy conocido en los antiguos libros esotéricos, y es el de la serpiente mordiéndose la cola. Precisamente, esto representa la polaridad, en que los dos extremos se atraen perpetuamente y buscan devorarse uno a otro, lo cual, por cierto, no ocurre jamás. El vacío atrae a la plenitud, la inocencia y la experiencia procuran absorberse mutuamente.

Es por este principio que negamos la existencia de una verdad asequible al sapiens en sus condiciones habituales de vida y sostenemos que toda verdad es semiverdad, y que sólo puede llegarse a la verdad absoluta elevándose por encima del principio de polaridad, más allá de los opuestos, hasta llegar al mundo de las causas. Las personas simples creen que llegará el momento en el cual el bien triunfe sobre el mal en el mundo, de una manera definitiva, lo cual, según este principio, es imposible, como también lo es la victoria del mal.

Debemos darnos cuenta que el bien y el mal representan los extremos de algo, y que por lo tanto, son absolutamente relativos. Si un zorro entra a un gallinero y devora una gallina, es muy malo para ella, pero muy bueno para el zorro, quien cumple con el principio natural de mantener su propia existencia. En realidad, el mal trabaja para el bien y el bien lo hace para el mal.

La vida trabaja para la muerte, ya que desde el momento en que se nace, se comienza a morir (nos vamos acercando a la muerte), y la muerte trabaja para la vida, ya que toda destrucción es una transformación que da origen a una nueva forma de vida. ¿Qué sería de la luz si la oscuridad no existiera? ¿Acaso no debe su existencia al hecho de que la oscuridad existe? Por la sola evidencia de que algo existe, tenemos que pensar de inmediato que lo opuesto también es una realidad.

Debido a la polaridad, el hombre y la mujer se atraen y procuran llegar a una fusión; es la ley de la eterna serpiente que muerde constantemente su propia cola. Resulta muy interesante analizar el aforismo de que “los extremos se tocan”. Si aplicamos esto al amor, por ejemplo, podemos comprobar que es más fácil transformar el odio en amor que convertir la indiferencia en amor. Como los opuestos se tocan, es más corta la distancia de un extremo a otro que de la mitad de la escala a un extremo. Herméticamente hablando, podemos decir que la distancia más corta de un punto a otro no es la línea recta, sino el círculo. Ejemplo:

Este círculo representa la escala gradual que transcurre entre dos palos; el positivo representado por el número cien, y el negativo con el cero.

Advertimos que estas cifras son enteramente caprichosas, con fines puramente demostrativos. Sostenemos que es más fácil llegar desde el cero al cien que desde el cincuenta al cien; la figura lo demuestra, ya que la distancia es mucho más corta, lo cual no ocurriría si extendiéramos el trazado de este círculo para transformarlo en una línea recta. En nuestro ejemplo el número cincuenta es el símbolo de los eternos indecisos y abúlicos; la representación de los tibios, quienes no tienen cabida en el reino de Dios.

Esto explica el fenómeno de las conversiones, cuando un sujeto en forma súbita, cambia de ideología por otra diametralmente opuesta. Que sirva este arcano de consuelo a quienes tengan problemas graves; están más cerca del éxito de lo que podrían creer; sólo la mediocridad no tiene remedio. El hermetismo sostiene que es más nefasta la indecisión que el error; los motivos están a la vista. Quien sea capaz de leer entre líneas y hacer la digestión del conocimiento, sacará una gran sabiduría de esto.

Los antiguos alquimista sostenían que es posible transmutar el plomo en oro; lo cual en algunos casos se refería a un hecho material, y en otros, a un símbolo. El oro es solamente un extremo en la escala de los metales, por lo cual, el alquimista cambiaba la vibración y la polaridad del plomo hasta trasformarlo en oro. Cuando esto se refiere a la transformación de los metales internos en oro espiritual el ejemplo es igualmente válido.

Siguiendo con el principio de la transmutación mental empleada por los hermetistas avanzados, haremos un breve esbozo del mecanismo que se debe emplear, aún cuando esto será inútil en manos de quien no haya logrado primero su unificación interna bajo el mando de un Yo Superior, tema del que hablaremos en páginas posteriores.

Con anterioridad hemos explicado que existen muchos planos de vibración. Para los efectos del principio de transmutación, mental, hablaremos, para simplificar, de dos planos básicos: el mundo superior de las causas, y el mundo inferior de los efectos, tal como lo demostraremos en el esquema siguiente:

Mundo Superior de las Causas



YO SUPERIOR



Mundo Inferior de los Efectos



YO PSICOLÓGICO CUERPO FÍSICO

El mundo inferior de los efectos es el plano físico; el mundo superior de las causas es el plano de la emanación de la vida. El hermetista, para realizar un proceso de transmutación, se eleva al mundo de su Yo Superior y se polariza por medio de su mente, en el polo opuesto de la vibración que quiere destruir. (“Lo no deseable se mata cambiando su polaridad.”)

Esto equivale a elevarse por sobre los efectos o fenómenos que se puedan estar sufriendo en un momento determinado. Mediante este proceso, se cambia una vibración de grado en grado, hasta llegar a lo que se pretende. Sin embargo, esto que parece ser tan simple en teoría, requiere para su realización práctica, de una férrea disciplina, y de la creación previa de un Yo Superior. De otro modo no pasa de ser una teoría.

Recordemos el aforismo del Kybalion que dice: “La mente, así como los metales y los elementos, pueden transmutarse de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración.” A fin de poner en práctica la transmutación mental o alquimia, es preciso aprender primero a cambiar la polaridad de nuestra propia mente, ya que de otra manera no podremos influir en el ambiente que nos rodea.

Todo proceso de transmutación, sea que se pretenda cambiar nuestro mundo interior o el mundo material, es siempre una operación mental, ya que Todo es mente. Resulta de gran interés para el estudiante el poder cambiar no solamente sus propios estados mentales, sino que también aquéllos de otras personas que se encuentren aquejadas por vibraciones negativas o destructivas de cualquier índole.

Desde el punto de vista del análisis de los problemas cotidianos, la polaridad es una llave de gran utilidad, ya que permite apreciar los conflictos u obstáculos en su justo valor, sin magnificarlos ni subestimarlos. El hermetista sabrá, por ejemplo, que si se encuentra temporalmente en una situación aflictiva, es posible cambiarla gradualmente polarizándose en lo opuesto, basta llegar efectivamente al otro extremo. El tiempo que se demore esta operación, dependerá de la importancia de aquello que se desea conseguir, ya que todo tiene su tiempo de gestación en la naturaleza. Algo de pequeña importancia se realizará muy pronto; un proyecto de mucha envergadura se demorará un tiempo equivalente hasta dar frutos.

Tengamos presente esta gran enseñanza hermética de que “lo no deseable se mata cambiando su polaridad”. La meditación en esta enseñanza, permitirá al estudiante lograr grandes conocimientos.




5. El principio del ritmo

“Todo fluye y refluye, todo asciende y desciende; la oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida del movimiento hacia la derecha es la misma que la de la oscilación a la izquierda; el ritmo es la compensación.”

Este principio enseña que todo está sometido a una oscilación rítmica, la cual se manifiesta entre dos polos. Existe una acción y reacción, un flujo y reflujo, un avance y retroceso, una elevación y una caída, y esto se aplica absolutamente a todo. El Universo, los planetas, la naturaleza, el hombre, las naciones, las civilizaciones, todo nace para alcanzar una cumbre y comenzar después su decadencia y destrucción cumpliéndose así el ciclo de la vida.

Este flujo y reflujo se manifiesta en nuestro cuerpo físico, en nuestras emociones, sentimientos, instintos, inteligencia, y aún, en las diferentes situaciones vitales que vivimos, y que se refieren a nuestros proyectos personales, a nuestra relación con otras personas, a nuestro contacto con la naturaleza, y en general, en todo aquello que forma parte de nuestras vidas.

El símbolo del principio del ritmo es el péndulo, ya que en su oscilar explica la acción del ritmo, cuya medida de oscilación hacia la izquierda es la misma que su movimiento hacia la derecha. En el terreno práctico, puede hablarse perfectamente de la “ley del péndulo”. La creación ocurre de acuerdo al péndulo; existe una emanación del Todo, a la cual sigue una absorción. La emanación es el tiempo de la creación, y la absorción la etapa en la que el Todo reintegra su energía a sí mismo. Podemos comparar esto al ciclo humano de la respiración.

El ser supremo irradia su energía hasta que ésta se materializa en una creación física y cuando ella llega a la cumbre, es decir, a su grado máximo de materialización, comienza la oscilación inversa del péndulo hasta que se llega nuevamente a la desmaterialización o muerte, y la energía creadora divina se reintegra a su fuente original. Es así como las naciones llegan a la cumbre de su poderío y comienza después un lento declinar. No existe nada que se escape a esta ley, es un proceso absolutamente inevitable. No es fácil, sin embargo, determinar cuándo un ser humano, una cultura o una fuerza, han llegado al cenit; lo que sí sabemos con certeza es que irremisiblemente se producirá la decadencia.

El principio del ritmo junto con el de la polaridad, que hemos tratado anteriormente, son las fuerzas que mantienen el proceso de la vida, ya que la vida es siempre una fuerza que se mueve alternativa y rítmicamente entre dos polos. Si tuviéramos que definir fa vida y la muerte, diríamos que la vida es la oscilación entre dos polos, y la muerte, la polarización de la fuerza en un solo extremo, por un tiempo que sobrepasa el equilibrio de la naturaleza.

Esta polarización puede ser negativa o positiva; es negativa cuando ambos polos se, unen demasiado, perdiendo cada uno de ellos, en gran parte, sus cualidades intrínsecas. Es positiva cuando se procura conscientemente destruir una vibración no deseable y se procede a cambiar la polaridad, polarizándose en el extremo opuesto. En el caso de la polarización negativa, a causa del debilitamiento de los polos opuestos se produce una decadencia de la fuerza vital, que puede terminar en una fusión de los polos, lo cual equivale a la muerte.

He aquí desvelado de manera sencilla el secreto de la. vida; la mantención constante de la tensión entre dos polos. Podríamos decir, en rigor de la verdad, que al nacer un niño, los polos opuestos de su vida están muy separados, y por lo tanto la tensión entre ellos es grande, pero que al ir envejeciendo, los opuestos se van juntando, con lo cual, la vida decae. Los dos polos, en este caso, son el consciente y el subconsciente, o también podemos hablar del sujeto mismo y del medio ambiente. El choque constante entre el hombre y el medio ambiente (estímulo), va despolarizándolo lentamente, apagando su fuerza vital.

Al examinar las funciones vitales del hombre, podemos comprobar que la polaridad y el ritmo comandan el organismo en sus más delicados procesos, y que siempre la enfermedad es un quebrantamiento del ritmo o una perturbación de la polaridad. El cuerpo necesita mantenerse en constante estado de equilibrio, y su pérdida, implica un estado anormal. La ciencia llama homeostasis a este fenómeno, el cual ha sido insuficientemente estudiado, y seguramente, si los científicos utilizaran el principio de ritmo y polaridad, descubrirían muchas cosas nuevas.

El funcionamiento del corazón, la respiración, el sueño, la vigilia, están regidas por la ley del péndulo. El sueño, por ejemplo, nos proporciona la necesaria alternancia para mantener nuestro equilibrio. Sabemos que la falta de sueño provoca graves perturbaciones, ya que se rompe el equilibrio orgánico.

Durante mucho tiempo permaneció en el seno de las escuelas esotéricas el conocimiento del “Biorritmo”, que son los ciclos vitales que afectan al ser humano con una alternancia positiva y negativa. Hoy día se ha popularizado tanto este saber, que hasta existen calculadoras de bolsillo para determinar su acción. Sin embargo, solamente se han divulgado tres ritmos:

El ritmo de 24 días o masculino, que tiene 12 días positivos y 12 negativos.

El de 28 días o femenino, con 14 días positivos y 14 negativos.

El de 33 días o intelectual, con 16½ días positivos y 16½ negativos.

No se han vulgarizado los ritmos de 40, de 56, de 92 y de 276 días. El objeto de esta obra no es el de proporcionar instrucciones sobre Biorritmo, lo cual requeriría un volumen aparte, por lo cual nos limitaremos a dar una indicación de extrema importancia para quienes siguen las indicaciones del Biorritmo en su vida cotidiana. Estas personas debieran llevar un diario de vida en el cual consignen los acontecimientos fastos o nefastos, a fin de determinar cual de los ritmos tiene una mayor influencia en sus vidas, ya que esto es algo personal.

Algunos sujetos serán muy afectados por lo negativo del ritmo de 24 días; otros, en cambio, sentirán más fuertemente el ciclo negativo del ritmo de 33 días.

Una de las cosas más importantes relacionadas con el principio del ritmo, es el hecho de que cada persona crea además, sus propios estados rítmicos, de acuerdo a la naturaleza de sus acciones, las cuales al repetirse en varias oportunidades, terminan por tomar un ritmo en virtud del cual se repetirán periódicamente en la vida del sujeto (acciones y acontecimientos), sin que su voluntad intervenga para nada, es decir, no se realizarán porque el sujeto lo desee, sino que a la inversa, éste será incapaz de neutralizar los acontecimientos negativos.

Vamos a ilustrar brevemente cómo nace un ritmo negativo: una persona es víctima de un robo, por ejemplo, y por no ser de gran cuantía, no se toma la molestia de hacer la denuncia correspondiente. Como consecuencia de este hecho, se forma un ritmo negativo, y este individuo experimentará en forma periódica, pérdidas de carácter económico, las cuales seguramente, se producirán en posiciones planetarias similares a las que existían el día del primer hurto. Otro ejemplo fácil de comprobar, lo constituyen las riñas matrimoniales, las que terminan por crear un ritmo desarmónico que fomentará la aparición de nuevos y más graves problemas. Es así como se crean ritmos de riqueza o escasez, de felicidad o desgracia; armonía o desarmonía, y una vez en movimiento, resultan muy difíciles de neutralizar.

Es muy sabido el hecho de que las calamidades ocurren a veces en “oleadas”, tal como el flujo de la marea, es decir, se suceden rápidamente sin que el sujeto alcance a reaccionar. A la inversa, también sobrevienen rachas de “buena suerte”, en que a una persona le ocurre una serie de acontecimientos positivos. De esto se deduce que el sujeto toma un ritmo en un momento dado, por motivos no siempre fáciles de establecer, y que mientras dicho compás no cambie, se mantendrá la tónica positiva o negativa.

Por desgracia, hay individuos que a temprana edad en la vida toman un ritmo de calamidades diversas, las cuales se les repiten en cada oscilación del péndulo, y esto resulta generalmente muy difícil de neutralizar, ya que mientras más tiempo dure, se fortalece el poder de la fluctuación. Aquellos matrimonios que viven los resultados de ritmos negativos, harían muy bien en abstenerse de procrear hijos hasta que el péndulo no se mueva al otro extremo, ya que la criatura nacería con una vibración rítmica nefasta, cumpliéndose el aforismo bíblico de que los hijos pagan los pecados de los padres.

Los hábitos se forman por un ritmo, y solamente pueden destruirse, cuando son perniciosos, por la creación de un nuevo estado rítmico de naturaleza opuesta.

El principio del péndulo completa el conocimiento sobre transmutación mental, ya que nos enseña que es posible elevarse por sobre la oscilación rítmica, polarizándose en el polo que uno desea permanecer, y evitando de esta manera dejarse llevar por el flujo y reflujo. El sapiens es un esclavo del movimiento oscilatorio del péndulo, y si tiene éxito en algo, se debe a que por casualidad (si lo podemos llamar así), su acción coincide con el movimiento del péndulo. En lo económico, en la salud, en el trabajo, en la vitalidad, en el amor, la gente está absolutamente a merced de la ley del péndulo, y son meras hojas arrastradas por la tormenta, sin que puedan nunca saber adónde las lleva la marea de la vida.

El hermetista, por el contrario, puede sobreponerse al principio del ritmo, aún cuando no puede anularlo. Con el poder de su voluntad puede elevarse al plano superior de las causas, y dejar que la oscilación rítmica transcurra por debajo de él.

Lo que se llama “ley de compensación” tiene mucho que ver con el principio del ritmo, ya que compensar significa equilibrar o balancear, que es lo que ocurre cuando “la medida de la oscilación hacia la izquierda determina la medida de la oscilación hacia la derecha”. Esto determina la cantidad de cosas que una persona puede poseer, ya que siempre el sujeto tiene, en cantidad, la exacta proporción de aquello que le falta. Es así como un hombre rico carecerá de otras ventajas que tiene el pobre.

Ya conocemos el dicho “afortunado en el juego; desgraciado en amores”, o viceversa, aforismo que pretende transmitir algo de la idea que estamos tratando. Ya que hemos tocado este punto, resulta interesante señalar que absolutamente todos los seres humanos nacen con la misma cantidad o margen de cosas que pueden tener; lo que varía es solamente su distribución.

Así, diremos, que todos traemos cien unidades vitales (lo que podemos llegar a poseer), y cien unidades negativas (lo que nos faltará). Un hombre rico es aquél que ha anulado la mayor parte de sus posibilidades, a fin de concentrar sus cien unidades vitales solamente en ganar dinero. Lo que se refiere al amor, la sensibilidad espiritual, la dicha familiar u otras cosas, estará seguramente entre los faltantes o unidades negativas.

Expresándolo de diferente manera, nunca un hombre podrá tener más del simbólico número cien, pero esta cantidad puede estar distribuida en muchas cosas o concentradas en dos o tres. La dispersión da por resultado una vida más equilibrada, pero probablemente no se destaque ningún aspecto especial. La concentración implica el sacrificio de muchas cosas. Ilustraremos esto con un ejemplo:

A) Concentración unidades vitales

Riqueza: 45 unidades Poder: 20 unidades Nobleza moral: 5 unidades Amor: 5 unidades Inteligencia: 10 unidades Salud: 10 unidades Felicidad: 5 unidades

Resultado: sujeto rico y poderoso, pero muy desgraciado.



B) Dispersión unidades vitales:

Riqueza: 10 unidades Poder: 10 unidades Amor: 15 unidades Amistad: 10 unidades Nobleza moral: 15 unidades Inteligencia: 15 unidades Salud: 10 unidades Felicidad: 15 unidades

Resultado: Sujeto más equilibrado, con una vida más rica y plena de elementos diferentes.

Estos ejemplos son absolutamente arbitrarios y sólo tienen como objetivo ilustrar lo que ocurre con la dispersión o concentración de las unidades vitales. Cada, lector, conociendo la teoría de esto, puede establecer símiles para diferentes casos.

Podemos efectuar una comparación con nuestra capacidad muscular, por ejemplo, la cual podríamos utilizar íntegramente en caminar solamente. O bien, podríamos caminar, cortar leña, nadar, trepar y boxear, distribuyendo nuestra energía vital en varios asuntos. Igualmente, un potencial eléctrico determinado, podríamos emplearlo en abastecer una fuente de consumo de gran poder o dividirla con el fin de encender cientos de ampolletas comunes.

De acuerdo con esta ley de las unidades vitales resulta de gran interés el analizar lo que ocurre cuando dos personas contraen matrimonio, compartiendo así sus unidades vitales. O bien, cuando por el hecho de nacer un hijo, éste trae sus correspondientes cien unidades vitales las cuales, mientras los padres deban alimentarlo, pasan a engrosar el “patrimonio familiar de unidades vitales”.

Para finalizar, diremos que sólo quienes logran hacerse superiores al principio de ritmo pueden estimarse verdaderamente libres.




6. El principio de causa y efecto

“Toda causa tiene un efecto; todo efecto tiene su causa; todo ocurre de acuerdo con la ley. Azar no es más que el nombre que se le da a una ley desconocida; hay muchos planos de causación, pero ninguno escapa a la ley.”

Esta ley nos enseña que nada en el Universo ocurre casualmente; todo tiene una causa específica. Lo que llamamos casualidad es solamente aquello cuyas causas permanecen desconocidas, pero no es posible que exista algo aparte y fuera de las leyes, ya que esta fuerza sería independiente y superior al Universo.

Aplicando a la ley de causación el principio del ritmo, podemos decir que la magnitud de un efecto es siempre equivalente a la importancia de la causa que lo generó. Tal como lo expusiéramos al tratar el principio de polaridad, existen dos planos básicos: el de las causas (superior) y el de los efectos (inferior), y en su vida cotidiana el hombre sólo conoce este último. Vivimos en el mundo de los efectos, y sólo el hermetista puede conocer las causas ocultas de los hechos.

La manifestación más conocida de la causalidad es lo que el hinduismo divulgó con el nombre de Karma, palabra que conservaremos, por ser muy adecuada. El Karma pretende explicar la relación que existe entre los sucesos que le ocurren a un individuo y sus acciones del pasado, ya sean de esta vida o de una anterior, y contrariamente a lo que se cree, no siempre es negativo, sino que también existe un Karma positivo, el cual equivale al resultado de nuestras buenas acciones del pasado.

La ley del Karma está íntimamente ligada al fenómeno de la reencarnación, proceso cuya veracidad no pretendemos ni deseamos demostrar. Ya hemos dicho que en el hermetismo no se debe creer o dejar de hacerlo; simplemente se entiende o no se entiende.

La reencarnación es un asunto de criterio muy personal, en que el individuo “siente” en lo más íntimo que esto es así efectivamente, y si no lo siente de este modo, ningún argumento lo convencerá. Además, si es que fuera posible dar pruebas, esto desvirtuaría la libertad de elección, ya que significaría presionar al sujeto, para que éste, persuadido de la veracidad de algunos fenómenos ocultos, ingresara a una escuela esotérica sin una genuina inquietud espiritual. No obstante, en páginas anteriores hemos sugerido la manera de concebir intelectualmente lo que es la reencarnación; “una fuerza que toma posesión de la materia”.

Con la experiencia de las plantitas de interior podemos darnos cuenta que lo que hicimos en realidad fue hacer “encarnar” una fuerza en la materia vegetal, la cual sobrevive a la vida de la planta y continúa en evolución indefinidamente. Este es un símil de lo que sucede cuando la energía “espíritu” encarna en un cuerpo animal ya que al morir éste el espíritu sigue encarnando en nuevos cuerpos hasta completar un ciclo evolutivo en la materia.

La ley de causa y efecto nos brinda una explicación racional de las aparentes injusticias del mundo; podemos entender por qué un niño nace lisiado o fallece a temprana edad; es posible darse cuenta por qué algunas personas de exquisita sensibilidad espiritual viven en la inopia y otros, verdaderos animales, nadan en la riqueza. Se nos aclara el fenómeno de los niños genios, que manifiestan extraordinarias potencialidades musicales desde muy pequeños, o el hecho extraordinario de enriquecimientos repentinos por un “golpe de suerte”.

Obtenemos más luz de por qué un sujeto que trabaja hasta casi matarse no alcanza jamás éxito económico, y en cambio, a otro que es un flojo consuetudinario, le sonríe la fortuna. Los acontecimientos históricos nos entregan una nueva luz; podemos comprender cómo se origina el fenómeno de personajes de relevancia histórica que llegaron a tener un gran poder, habiendo salido de la nada, como podría ser el caso de Hitler, por ejemplo.

Desconocemos ciertamente qué causa lo colocó en el puesto directivo que ocupó, ya que la vida es como un enorme tejido en el cual se va formando la historia, puntada a puntada, y en el que todos los acontecimientos están eslabonados. Éste es el velo del Maya, imposible de penetrar por el común de los mortales.

La acción del Karma es uno de los motivos que nos llevan a sostener que “todo está escrito”, ya que el presente siempre es determinado por nuestras acciones pasadas. Cada persona tiene una cantidad determinada de causas que se mantienen en suspenso en sus vidas, las cuales van forjando el destino del individuo a medida que se materializan como efectos. Sólo el hombre verdaderamente sabio puede neutralizar en parte los efectos de causas indeseables.

Ya hemos hablado de los Señores del destino, o Arcontes, quienes dirigen el destino del sapiens. En realidad, ellos trabajan con el Karma de las personas, pero desde un punto de vista colectivo. Es el Karma de la humanidad el que ellos controlan y manejan, y dentro de este contexto general, ellos actúan como jueces ocultos los cuales premian o castigan las acciones del ser humano.

El principio de causa y efecto actúa paralelamente a esto, es decir, el ser humano se “castiga a sí mismo” con su propio Karma; los Arcontes planifican y “escenifican” la acción para que el sujeto reciba lecciones provechosas, y pueda, a la vez, tener experiencias significativas.

Hay personas que en su vida anterior fueron muy ricas, y que abusaron del poder que otorga el dinero, y que en su vida actual son verdaderos porDioseros, con el objeto de sufrir en carne propia la experiencia de la extrema necesidad. El que asesinó a alguien, morirá a su vez por la acción directa o indirecta de su pasada víctima. El que se valió del amor o la pasión para esclavizar a una mujer, estará en esta existencia, sometido a la tiranía femenina.

Hay ocasiones en que al observar atentamente a un mendigo, nos damos cuenta de que hace gala de una temible soberbia, y que desprecia a todo el mundo, y esto no es debido a una simple compensación psicológica, sino que tiene raíces más profundas. Seguramente en su vida pasada, este individuo ocupaba una alta posición, y a causa de esto, su orgullo desmedido sobrevivió a la muerte del cuerpo físico.

Se argumenta que si hubiéramos vivido antes en otros cuerpos, seguramente nos acordaríamos de esto, pero este razonamiento es infantil, ya que al destruirse el cerebro, se borra la memoria. Sin embargo, subsisten los impulsos instintivos que se derivaron de las experiencias pasadas. Por ejemplo si un sujeto en su encarnación anterior fue ajusticiado por ladrón tendrá actualmente una honradez extremada pero de carácter compulsivo.

En el caso de los juegos de azar podemos ver una acción directa de los Arcontes del destino, quienes eligen al sujeto que ha de ganar el premio más importante, ya que esto involucra un cambio absoluto en su vida.

En el caso de los ya millonarios que resultan premiados, este resultado no hace sino acrecentar o reforzar los acontecimientos anteriormente decretados por los Señores del destino. El azar es solamente el efecto visible de una causa que desconocemos.

Por lo general, no resulta posible establecer todas las causas que han provocado un efecto determinado, ya que éstas se enlazan unas a otras, y sólo podemos observar las más recientes, ya que el presente se basa en el pasado, pero meditando un poco, podremos, a manera de ejercicio filosófico, contemplar una cadena de causas que se pierde en el pasado. Es por esto que el hermetista concede gran importancia a los pequeños detalles, ya que pueden convertirse en factores decisivos en la vida de una persona. Una pequeña causa puede desencadenar grandes efectos.

Una de las características más peligrosas del principio de causa y efecto, es el hecho de que el Karma puede proyectarse y afectar a otras personas que no tienen culpa alguna de las causas puestas en movimiento por el “emisor”. Es así como existe una ley ineludible en el sentido de que si ayudamos a una persona que está afectada por un karma negativo, cargaremos con esa fuerza destructiva, la cual nos provocará grandes problemas.

Es por este motivo que el hermetista no puede ayudar indiscriminadamente a la gente, ya que gastaría su fuerza sin gran provecho, llenándose en cambio de vibraciones negativas que terminarían por destruirlo. Aquellos individuos que buscan constantemente un auditorio a quien relatar las calamidades que les han sucedido persiguen, inconscientemente, deshacerse del veneno que los aqueja, para inyectárselo a quien escucha la confidencia, quien termina en muy malas condiciones por haber cargado, con la desdicha ajena.

La imagen del buen samaritano es conmovedora en su bondad, pero este sujeto siempre estará sacrificando su existencia para que otros saquen algún provecho, mientras él absorbe las lacras de aquéllos a quienes auxilia. Esto, no sería tan pernicioso si quienes profitaran de esto llegaran a constituirse en el día de mañana en personajes valiosos para la humanidad, pero es de vana majestad si utilizan de manera absolutamente egoísta lo obtenido. Esto podría dar lugar, eventualmente, a la destrucción de un hombre espiritualmente muy elevado y valioso, para elevar a patanes o rufianes encubiertos.

Existe otro aspecto de gran interés en lo que estamos tratando, y es lo que se refiere al individuo que comete un robo oculto, al usufructuar con malas artes de bienes o valores que no amerita. Este hombre contrae una deuda con la naturalezas es decir, algún día debe devolver o pagar aquello que hurtó, por lo cual, si cometemos la imprudencia de ayudar a esta persona, nos hacemos responsables, en gran medida, por la dirección de su vida, y la naturaleza, por lo tanto, nos exigirá a nosotros el pago de la deuda insoluta.

Todo aquello que necesitamos o deseamos, pertenece al depósito común de la naturaleza, quien no regala nada, sino que nos vende lo que queremos, y siempre hay que pagar por esto. Nada es gratis: hay que pagar hasta por nuestra vida, por los momentos de placer, por el amor, por la tranquilidad, el conocimiento, el poder, y hasta por el aire que respiramos.

Esto permanece inadvertido porque estamos acostumbrados a considerar el dinero como el único instrumento de pago. Ignoramos que en el mercantilismo cósmico el dinero no tiene valor, y se precisan otras cosas, tales como el “caldo áureo” del que hemos hablado en capítulos anteriores. Para el “diablo”, por ejemplo, una sola alma tiene más valor que todo el oro del mundo.

Lo más importante relacionado con la ley de causa y efecto, es el hecho de que el hermetista avanzado puede elevarse, mediante un prodigioso esfuerzo volitivo, al mundo superior de las causas, y polarizarse en este plano, convirtiéndose él mismo en causa, y dejando así de vivir los efectos emanados del plano superior. Desde el mundo causal, el hermetista puede encauzar su vida de acuerdo a lo que planifique, ya que tiene la certeza de que las causas puestas en movimiento por su poder espiritual, se materializarán tarde o temprano en efectos materiales concretos.


7. El principio de generación

“El género está en todo; tiene sus principios masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos.”

El séptimo principio hermético completa el conocimiento de las leyes de la naturaleza, mostrándonos que el género se manifiesta en todas las cosas, y que la fuerza masculina y femenina está presente en todo. No debemos cometer el error de confundir la generación con el sexo, ya que éste se refiere solamente a la estructura misma de los órganos generadores y su diferente conformación entre macho y hembra.

El sexo es una de muchas manifestaciones del principio de generación, y corresponde al plano físico, pero como sabemos, hay muchos planos donde existe el principio mente, y por ende, la generación. El hermetismo sostiene que el género es la fuerza impulsora de la vida, y que actúa hasta en el átomo, en el cual encontramos lo positivo y negativo, cuya mutua influencia crea la energía. En vez de referirnos al polo positivo y negativo, podemos hablar con mayor propiedad, de lo masculino y femenino; lo generador y lo concebidor. Lo positivo de la electricidad es lo masculino; lo negativo, lo femenino.

Lo femenino o negativo es la matriz de todos los fenómenos eléctricos y magnéticos. La energía femenina busca su unión con lo masculino, y absorbe de éste, lo activo, que la lleva a producir una fuerza nueva.

La enseñanza hermética, afirma también, que la gravitación es producida por la atracción y repulsión de los principios femenino y masculino.

Analizando nuestro cuerpo físico, comprobaremos, tal como ya lo hemos señalado en paginas anteriores, una bipolaridad. Es así como el hombre es masculino desde el plexo solar hacia abajo, y femenino desde esta zona hasta su cabeza inclusive, y con la mujer ocurre lo contrario. De esta manera, podemos observar que la mujer es cerebralmente masculina, y el hombre, de cerebro femenino.

El principio concebidor del hombre está en su imaginación, y de la mujer, en el útero. A la vez, dentro de nuestro propio cuerpo, la mitad vertical derecha es masculina o positiva y la izquierda, negativa; el hemisferio cerebral derecho, positivo, y el izquierdo, negativo. Es posible, mediante el principio de generación, comprender el significado oculto de la actitud mística o religiosa de juntar las palmas de las manos para orar, lo cual involucra un proceso de generación al oponer positivo y negativo.

El género es la ley oculta mediante la cual el estudiante de hermetismo puede crear un nuevo ser, mutante, el cual será concebido con los atributos superiores del hombre trascendidamente humano. No existe otro camino real para la evolución espiritual, y todo lo que no signifique utilizar este arcano, es pura fantasía, y por ende, se llegará a resultados puramente subjetivos.

Es por la comprensión de esta ley de generación que podemos también entender lo engañoso que resulta eludir los problemas, dificultades, y obstáculos, considerándolos solamente como vallas que nos harán perder el tiempo y nos provocarán nada más que molestias. El hermetista debe mirar los problemas como el polo negativo de la vida, es decir, la fuerza a la cual él debe oponer su energía positiva generadora, para crear lo que desea.

Si comprendemos este fenómeno, lograremos una visión completamente nueva y diferente en relación a las vallas que surgen en nuestra vida, las cuales serán nada más que el complemento necesario para poder desarrollar nuestra conciencia. En efecto la conciencia, que es justamente la cualidad que queremos lograr, es el resultado del choque entre la inercia y el poder de nuestra voluntad, dirigida por una inteligencia despierta. Sin existir esta lucha de fuerzas opuestas, el progreso hermético no es posible, como tampoco, ninguna clase de evolución.

Revelaremos en este punto el gran arcano mágico de la mutación del sapiens u hombre de barro, en hombre estelar. Esta transformación sólo es posible si el sujeto entra en contacto con un maestro de carne y hueso, el cual será su Padre espiritual. ¿Y quién será la madre? La madre es la bestia del individuo, es decir, él mismo, quien es de polaridad femenina o negativa, espiritualmente hablando.

Es así como el iniciado es hijo de la bestia y el maestro espiritual. El estudiante que está enfrentado a un proceso de real iniciación (no simbólica) se verá fuertemente arrastrado por el péndulo, en una oscilación que tan pronto lo acercará al maestro o a la bestia. Hay momentos en los cuales sentirá, con fervor profundo, la inconmensurable evidencia del hermetismo, sintiéndose elevado a planos superiores de conciencia. En otros instantes, en cambio, todo se oscurecerá, la iniciación perderá sentido y propósito, y el estudiante creerá estar sometido a una burla cruel. Solamente la gradual detención de este movimiento pendular le permitirá alcanzar la estabilidad del conocimiento consciente.

El principio de generación nos indica que no es posible que exista una creación sin la presencia de elementos Padre y Madre, y esto es válido en todo el Universo, inclusive para el proceso de la iniciación. Éste es el motivo por el cual un hombre solitario, por mucho conocimiento teórico que posea, puede llegar solamente a resultados subjetivos, ya que carece del otro polo generador.

De ahí la necesidad de encontrar un maestro, y valga en relación a esto, lo que hemos manifestado en páginas anteriores. Si un maestro no es un mutante, es entonces un falso maestro, pero este término es muy relativo, ya que si es falso en relación a lo superior y óptimo, puede ser muy verdadero en relación a lo inferior. Por lo tanto, es preciso aclarar, que aunque un maestro no sea un mutante, puede ser de gran ayuda para un estudiante. Lo que no podrá brindarle, en este caso, será el conocimiento de lo absoluto, ni tampoco podrá transmitirle el fuego sagrado, el que según la fábula, fue robado por Prometeo del cielo.

Este fuego sacro no es una abstracción ni un símil; corresponde a un hecho real, y es el poder espiritual que está simbolizado en la sigla INRI, que aparece sobre la cabeza de JesuCristo, y cuyo verdadero significado hermético es: Igne natura renovatur integrat, pero que también puede leerse como Jesus nascente renovatur iao, o, Igni nitrus roris invenitur. Todas estas fórmulas fueron usadas por los primitivos rosacruces (hoy desconocidos), y se referían precisamente al fuego divino, fermento mágico de los alquimistas, el cual, como ya lo hemos dicho, “lo renueva todo”.

Sin embargo, no se piense que basta encontrar un maestro para evolucionar, por el contrario, el discípulo progresará sólo en la medida que él mismo maneje en forma superior el principio de generación, ya que si bien es cierto que necesita de un fermento espiritual positivo o activo, no es menos indispensable la creación por el mismo estudiante, de un ser mental y etérico, con los atributos y cualidades del iniciado. Esto se conoce con el nombre de Teurgia, arcano que estudiaremos más adelante.

Prosiguiendo con el principio de generación, es fundamental considerar la influencia tremendamente positiva o negativa que puede tener, en la vida de una persona, el matrimonio. Perjudicial cuando la unión es tan desarmónica que se vuelve peligrosamente destructiva, y favorable, al existir verdadero amor y armonía.

El concepto hermético del matrimonio es muy diferente del habitual, y no se precisa, para designar una unión con este nombre, del contrato matrimonial. Explicaremos esto procediendo a la inversa: puede existir una pareja (y esto es desgraciadamente frecuente) que habiendo celebrado enlace matrimonial, legal o jurídico, carezca en absoluto de las condiciones para lograr lo que llamamos el “Aura matrimonial”, y de hecho, pueden transcurrir veinte años casados, y ésta no se forma jamás.

El “Aura matrimonial” es un hijo oculto o mental de ambos cónyuges; campo magnético positivo y cerrado que une, armoniza, y protege a la pareja, conformando el matrimonio verdaderamente “establecido” o realmente formado, de acuerdo a las leyes de la naturaleza. No son las leyes de los hombres las que pueden casar a dos personas; es solamente la naturaleza la que une o separa, de acuerdo a las condiciones imperantes. El Aura matrimonial es el verdadero secreto de la felicidad y unión conyugal.

Cuando no existe, no hay nada, por muchos certificados que haya extendido la autoridad competente. Herméticamente, sólo es matrimonio aquél que está unido por el oculto vínculo de la esfera bipolar, la cual se forma sólo por un verdadero y genuino amor. Las parejas que carecen de este hijo oculto del amor; no son un matrimonio, y están unidas solamente por la pasión, la conveniencia personal, la soledad o el hábito.

Aquellas religiones que consideran el matrimonio como algo indestructible e irreversible, y que obliga al sujeto de por vida a tal unión, so pena de cometer grave pecado, debieran modificar con urgencia este mandato, ya que esto significa proceder a la inversa, como lo hace generalmente la bestia sapiens, es decir, se trata de mantener la unión artificial de la familia por una imposición antinatural en vez de hacerlo por el ejercicio limpio y hermoso del amor. ¿No sería preferible enseñar a la gente a amar verdaderamente?

En verdad, si una familia no está unida por un genuino amor, sólo es un grupo de bestias que viven juntas por obligación o conveniencia, caso en el que se encuentran muchas más personas de las que desearíamos. Demás está decir, que la felicidad sólo es posible en hogares constituidos por un verdadero matrimonio, ya que de otra manera, sólo son un remedo de lo ideal, ya que no existe sino un sólo lazo que pueda mantener al hombre y a la mujer unidos verdaderamente: el amor, y su carencia es lo único que conspira contra la estabilidad de la familia.

Queremos terminar este ligero estudio del género, sugiriendo al lector que trate de descubrir todo lo que está escrito entre líneas y de meditar profundamente en esto, ya que los más profundos secretos se desvelan con esta clave. Por nuestra parte, no estamos en absoluto interesados en hablar más de la cuenta; sólo lo necesario para proporcionar las herramientas con las cuales se pueda llegar a construir al iniciado.

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